Me subo el largo de la falda y me instalo detrás de la gasolinera, siempre que la decadencia así lo aconseja.

martes, 30 de septiembre de 2014

Otonio. III

Pero qué guapo estás con tu cara de Lolita y esa reducción de estómago apolillado, tras un verano preñado de cloro y verbenas. Cómo se te ralentiza el pulso, maestro.
Si te publicaran un libro cada año, ¿sería de hojas perennes o caducas? Siempre me hago esa pregunta mientras aso castañas, cuezo membrillos y toda esa movida de las moras. Trae la guitarra mientras me contestas, que la vamos a estampar contra el suelo y cuando tengamos quince buenos pedazos, haremos la chimenea más bonita del cuatrimestre. Menos flipe es mirar el fuego desde un fuego, claro.
Egoístamente hablando, tienes unos ojos preciosos: Amarillento Chásis, Terroso Canuto, Passion Cobre... Los colores contigo son como una barbacoa de sardinas, que no le gusta a todo el mundo pero en la que igualmente te puedes poner ciego de calimocho. 
Y la luz, que parece que llevemos un poniente entre las cejas. Te lo curras guay.
Todos ahí con nuestro lío de disfraces, lo que te debes de reír, cabrón.
Un beso.




De dónde venimos: Otonio y Otonio II


3 comentarios:

  1. Con lo bien que escribes, siempre pones al final algo que rompe la belleza.

    ResponderEliminar
  2. Ese color Terroso Canuto...interesante percepción :)
    (La Mecedora)

    ResponderEliminar
  3. Impactante y terriblemente espontáneo.
    No sé si implosionar o tomarme un café.

    ResponderEliminar